Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

jueves, marzo 30, 2006

El clima se ha vuelto loco, no se si por el calentamiento de la tierra o por efectos de la contaminación ambiental, pero eso de que de repente haga calor y de repente frío, no me parece muy normal. La primera semana de la nevada en la Rumorosa, allá andábamos, lo que pude constatar fue desmitificar la idea supuesta de que no hace frío mientras neva, sino hasta que se está deshielando es cuando hace frío. No es cierto, hacía bastante frío mientras la nieve caía. El suficiente para permanecer como tres semanas después con dolor de garganta. El proceso de la iniciación de la nevada, es además todo un espectáculo para quienes no habíamos estado nunca viendo nevar. Es magnífico estar cuando cae la nieve. Claro, supongo que mientras no esté uno atascado o resbalando o atrapado, supongo que puedo decir que se disfruta tal momento. En fin. Todos lo disfrutamos. Todos los que íbamos en el carro vimos primero caer una serie de gotas de lluvia, y poco a poco, éstas fueron engordando, hasta que los pedacitos de nieve caían a menor velocidad que la lluvia normal. Afuera, los trailers empezaron a estacionarse en las orillas y esperar a que pasara la nevada. No faltaron quienes iban como endemoniados a no se cuantos kilómetros por hora. Y por último, ya que hicimos nuestro mono de nieve de rigor, lo pusimos en el cofre del carro para ver si alcanzaba a llegar a Tijuana. No llegó. En una bajada que dimos, el mono desapareció y con ello, la nieve de los cerros. Llegamos a la Tijuana a comprar una pizza. La nieve nos dio hambre.