Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

miércoles, noviembre 26, 2008



Esta foto enviada por Manuel Martínez al periódico Frontera nos da una buenísima idea para escribir en nuestros carros esta leyenda ante la inseguridad que permea esta ciudad. Ayer se escuchaban sirenas y más sirenas desde mi lugar de trabajo, no salimos a comer fuera de la universidad para no encontrarnos problemas y fuegos cruzados. Ahora, los días en que no hay muertos son los raros. Que pena vivir de esta forma.

Por otro lado, hace días mencioné que sustituimos el árbol de mi casa, por otro árbol, no por cemento o adoquín. Quiero mencionar que el espacio destinado al jardín de dicha casa tenía un suelo blanco sin posibilidades de que creciera nada, pero muy al principio, estuve cambiando la tierra para sembrar plantas. En donde he vivido siempre las ha habido porque me parece que una casa sin ellas es un lugar sin vida, muy artificial, muy gris. Debido a diversos factores, en estos tiempos ya casi ni las regaba, así que subsistieron las más fuertes a las inclemencias del tiempo. Entre ellos se cuenta un romero en forma de arbusto; unas plantas del desierto que tienen hojas en forma de flor, una café y una verde; otra por el estilo con flores más pequeñas verdes; unas ruditas que están chiquitas apenas naciendo; un geranio con flores color rosa, dos sávilas; un pinito (también hay unos tallos de rosales pero casi no han dado flores porque no les caía agua y también porque el sol no les daba directamente) y; unas tiras de zacate. Ahora, con el nuevo arbolito, hemos estado regando todas las plantas y se ven más bonitas. No puedo reparar el hecho de haber dado un golpe al árbol, pero tampoco existe en las conejeras en las que vivimos el espacio suficiente para varios árboles. De hecho, como ya dije, hay un pinito, que mi hijo cada vez que pasa le arranca unas hojitas, pero ahí va creciendo poco a poco y ya tiene alrededor de un metro de altura. Cuidé mucho el lugar donde iría, debido al problema de espacio. Si bien el haber quitado el árbol tiene sus consecuencias, el hecho de plantar otro da la posibilidad de que los pájaros y las abejas regresen (espero que no vengan las moscas panteoneras y grandotas que también atraía el árbol anterior) y el oxígeno también.

martes, noviembre 18, 2008

Durante toda nuestra estancia viviendo en el este de Tijuana, cuidé, regué y moldeé un arbolito que la empresa constructora plantó. Era de los pocos que sobrevivieron. Creció alrededor de dos y medio metros de alto y se expandió en un diámetro de otros tres metros más o menos. Últimamente estuvo muy triste y sin muchas hojitas porque de un tiempo a la fecha yo no atinaba ni a regar el jardín en que tanto empeño puse al principio. Así que ayer, llegó un jardinero y me dijo que si quería lo quitaba, probablemente el árbol lloró y rogó porque no fuera así. Pero yo sabía desde hace tiempo que debía cambiarlo por otro que no sólo diera sombra, sino también frutos. Pensé que ya era el tiempo. Así que le pedí perdón y el señor lo sacó con todo y raíz. En su lugar, plantó un limón mexicano.

sábado, noviembre 08, 2008

A los niños les comenté que ya su papá sería doctor a partir de este lunes 10 de noviembre. Entonces Isaac dijo: "¿ya me va a poder curar?". Volteamos a verlo y sonreímos. -No hijo, le dije, será doctor en historia y no podrá curarte, no será médico.

jueves, noviembre 06, 2008

El día que ganó Obama la presidencia de Estados Unidos será recordado como el día que ya no pude engañar a Isaac.

Lo que pasó fue que en esa mañana antes de ir a la escuela saqué un juguito marca SOIA para que se lo llevara de lonche. Isaac tiene 5 años y cursa el tercero de kinder. Ya le están enseñando a leer y cada vez lee más rápido y mayor cantidad de sílabas. El caso es que preguntó que qué decía en la cajita del jugo, yo contesté que "manzana", pero le señalé el dibujito y la parte donde estaba escrita dicha palabra. Pero él me preguntaba por las letras grandes y para mi sorpresa leyó: "sola". Yo contesté que no, que decía: "soia", porque la "i" mayúscula también se escribía con un palito nada más y no necesariamente con las dos rayitas horizontales. -"Ah, es de soya", me afirmó y no quedó más remedio que decir sí, pero que de cualquier manera era de manzana y que se lo tomara.
Mmmm, pensé, ya creció mi bebé.