Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

jueves, julio 26, 2012

Cambiarte de casa es como cambiar de cuerpo... siento que la piel nueva sale limpia y ufana ante el desprendimiento de la cascarita vieja... De haber vivido en una casa por lo demás oscura y relativamente fría, siento también ahora que el sol entra por todos lados, a todos mis espacios y recovecos. Lo deseaba. La luz me da vida y paz. Mis hijes están agusto. Les gustó el lugar, los espacios, el sol de la mañana y el silencio. El inconveniente es que está un poco lejos. Algún precio debía pagar, pero de cualquier manera no es con semáforos, porque casi no hay. A ver qué pasa cuando entren a la escuela y la dinámica cambie. Por lo pronto, estamos acomodando la nueva piel, la nueva vida...