Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.
Rosario Castellanos
miércoles, agosto 19, 2009
lunes, agosto 10, 2009
-No gracias, dije yo al ver las rosas rojas y rosas en la ventana de mi carro en un crucero del boulevard Insurgentes. El señor insistió diciendo: ándele, una flor para otra flor. Sonreí de oreja a oreja (como suelo hacerlo) y le respondí que no gracias, no iba a comprarlas. El señor después de haberse ruborizado por su piropo inclinó un poco la cabeza y se alejó. Será que me encantan las rosas y ven mi cara como queriéndolas, pero no puedo estar comprándolas siempre. Su ardid para vender si bien no funcionó sí me levantó el ánimo, me sorprendí muy contenta.
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