Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

miércoles, junio 16, 2010

A la fecha me he preguntado si existe un dragón en mi casa. A la hora de la llegada y de la salida, abrimos las puertas como todos los días, pero alucinantemente tendemos a hacernos a un lado, porque una sensación de fuego derrite un poco nuestros cabellos y nuestra ropa. Pero ya entrando, o saliendo, se disipa. No nos damos cuenta y seguimos con nuestra vida de adentro de la casa o de afuera de ella. Quizá está en la entrada, o salida. Con sus fauces abiertas, con su mirada profunda y halo de luz y de misterio. Porque no sabemos dónde está o si nos vislumbra cuando estamos cerca. No sabemos cuándo llegó o si siempre ha estado ahí. Tampoco lo vemos, pero estamos seguros de que está. Quien sabe si se irá algún día o su permanencia será hasta nuestra muerte o retirada de la casa. Nunca hemos hablado de ello, no lo creemos necesario, porque no nos molesta, sólo nos sacudimos un poco cuando lo sentimos y entramos, o salimos.

3 comentarios:

The L. dijo...

El dragón de ese castillo está triste y tiene muy mal humor, es su fuego enloquecido lo que da calor...

northwo dijo...

¿sugieres, Lore, que lo riegue para que se le quite un poco el calor?

The L. dijo...

Yo digo que le des un poco de agua, o por lo menos que lo pongas tan cerca de la tubería para que de perdis no tengas que preder el boyler!