La Virginia es una de esas mujeres que están medias locas. Entre que cree ser el ombligo del mundo, entre que es una insegura y necesita de constante apapacho y protección. A sus amigos prodiga besos y abrazos, pero ellos sólo le siguen la corriente. A la Virginia le hace falta un tornillo y ella lo sabe.
El otro día iba caminando por la calle y se topó con una moneda. Lo primero que hizo fue hincarse, extender sus brazos y rezar el padrenuestro. La gente sólo volteaba a verla y le sacaba la vuelta. Un niño hasta se asustó y se escondió tras la falda de su mamá hasta que se alejaron de ahí. A la Virginia no le importaba que la vieran, ella creía en la buena suerte de la moneda de diez pesos que se encontró y no iba a desaprovechar la ocasión para dar gracias al cielo. Así de mocha era la Virginia.
Ha tenido varios novios, pero ella afirma que a todos los ha dejado por otro. Ella dice creer en la virginidad y piensa llegar al altar de blanco. Esto les dice a los novios que ha tenido. En las condiciones de locura de la Virginia, no se sabe con certeza si los ha asustado o realmente los dejaba por otro. Lo cierto es que está sola y siempre reparte saludos y besos.
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