Pasaron ocho años y contando, la vida va que vuela para la siguiente pandemia, la menopausia, la vida adulta pasada de la media, el trabajo que no acaba nunca, la vida clasemediera baja, los pocos objetivos logrados, los demasiados fracasos, las pocas buenas decisiones, las muchas malas, las argumentaciones para las constantes conspiraciones mundiales y las guerras que no acaban, sino al contrario... guerras mundiales, externas e internas, biológicas, bacteriológicas, frías y calientes... Pero aquí andamos un pedazo. La sangre en las venas sigue corriendo, con grasa y microplásticos. Hasta donde la raya llegue... diría mi abuelo Miguel, que llegó hasta los 104, lúcido y fuerte hasta los noventa y tantos. Ya no estamos hechas así, la lucidez social se ha ido devaluando, la fortaleza apremia por alimentos sin contaminantes. Pero bajo cualquier circunstancia, la esperanza sigue en pie, aunque en casi harapos, pero ahí. Por eso vuelvo.. Por este momento, no hay más que decir.