Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

viernes, febrero 04, 2005

La niña quería respuestas, mismas que la maestra no satisfizo, no quiso o de plano, no supo. La niña estaba intrigada, en una clase de "Valores" que no es más que religión, cristiana, claro, en la cual se le explicaba la creación del ser humano, la llegada de los hombres y las mujeres al planeta tierra. No obstante, ante las aseveraciones dadas por ciertas de que dios los creó y plantó en el mundo, la niña levantó su mano y pidió la palabra, que cuando se le otorgó ese derecho preguntó su duda: ¿y los dinosaurios maestra?

La maestra no esperando tal pregunta y sin estar preparada para contestarla, afirmó que los dinosaurios ya estaban y se fueron haciendo chiquitos conforme pasó el tiempo, para llegar a ser los animales de hoy.

Faltaba más faltaba menos, hacía mucho que no escuchaba tal grado de fantasía.

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