Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

martes, febrero 17, 2004

Ayer fui a visitar a mi abuelo. Estaba sentado en una silla del comedor. Acababa de cenar. Frijoles en agua y sal y leche. El 28 de abril cumplirá cien años. Tuvo neumonía en diciembre y fue hospitalizado. -Pensaban que iban a tomar café, pero se la volaron. Fueron sus palabras cuando pregunté cómo se encontraba. Mi abuelo está fuerte, pero cansado. -Bien cuidado. Dijo el doctor. Están pensando dónde hacer la fiesta. Ojalá llegue a sus cien años. Mi abuelo sigue vivo. Y yo no he muerto.

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