Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

martes, febrero 10, 2004

genéricos

-Me da un galón de leche por favor (con acento entre sonorense y tijuanense)
-¿de cuánto?
-¿cómo que de cuánto?
-sí, es que hay galones de cuatro litros, de dos, de un litro y de medio litro.
Yo solté la carcajada
-ah, de cuatro por favor... Pero señor, acuñé, no es así: hay galón y medio galón, también hay botes de un litro y de medio litro. Pero el galón galón es el que tiene cuatro.
El señor me volteó a ver con cara de ¿qué está diciendo? y yo al ver ese tipo de cara, sólo me sonreí y volví a decir: deme un galón de cuatro.
Entendí por método inductivo, que ahora la palabra galón para muchas personas ya no son los 3.785 litros, sino que es el envase de leche en sí mismo, el cual puede variar en su medida correspondiente al sistema métrico decimal que se utiliza en nuestro país y que los gringos se resisten a dejar. Es decir, hay galones de cuatro, de dos, de uno y de medio litro.
Después de días de mucha tensión, nervios, días sin dormir y de haberme comido los uñeros antes de entregar la última versión del protocolo del bendito proyecto de tesis; además de sentirme enferma; pues este noble señor vino a alegrarme un poco el rato y a recordarme que la vida es más sencilla de lo que uno cree y la hace.

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