Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

lunes, agosto 02, 2010

Yo no sabía que los escarabajos cuando caminaban por la piel dejaban un rastro de líquido un poco viscoso... ahora lo se porque desde ayer he sentido que varios, no se cuántos, como tres o cuatro, se me han subido por el cuerpo durante la noche... También supongo que los hay de varios tamaños, porque sentí que uno tenía como dos centimetros de distancia entre las patas delanteras y las traseras. Lo supe porque justo ése se subió por el brazo y pude percatarme con más detenimiento de su caminar. Otro recorría las piernas, y éste quizá tenía una distancia como entre tres o cuatro centímetros entre sus patas. Era bastante grande según mi percepción. Había otro pequeñito, chiquito que de repente me pellizcó la espalda. Pero como estaba entre dormida y despierta yo sentía que con mis manos los trataba de aventar lejos, pero no lograba deshacerme de ellos. Es probable que sólo hayan sido tres, o puede ser que más, pero tenían los tamaños descritos y no podía distinguir su número por la cantidad de manazos que di y por el cosquilleo y el ligero rastro líquido viscoso que dejaban. La angustia de no podérmelos quitar de encima llegó en cierto momento de la noche, pero es más seguro todavía que estuviera dormida ya que no recuerdo haberme levantado, pero es seguro que fui a la regadera y tomé un baño, porque amanecí con los cabellos y el cuerpo mojados y sin el espesor del líquido viscoso. Qué bueno que lo hice, aunque en calidad de sonambulismo, ya que no me habría gustado levantarme con la sensación de las patitas recorriendo mi cuerpo y lo pegajoso de sus huellas.

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