Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

lunes, abril 12, 2004

La leyenda negra de la ciudad de Tijuana, es un fenómeno que ha quedado en la memoria colectiva de los residentes e inmigrantes antiguos en esta ciudad y del estado en general. Sin embargo, al introducirse en la historia de la región, se pueden observar fenómenos que se llevaron a cabo en las primeras décadas del siglo XX, que fueron los que generaron dicha leyenda. Entre los que se encuentran la prostitución, el ingreso de los chinos a la entidad, la Ley Seca que influyó en las actividades comerciales relacionadas a las bebidas alcohólicas; los cuales son factores que estuvieron presentes en ese momento, y que han quedado plagadas en la memoria de la gente y en los documentos históricos.
Tijuana es la ciudad fronteriza de la que se recuerda con mayor facilidad este tipo de actividades, pero habrá que tomar en cuenta que en Mexicali fue donde se inició dicha leyenda, ésta es una hipótesis que se tiene al tomar en cuenta las actividades económicas llevadas a cabo en este momento. Uno de los argumentos es el siguiente:
El Distrito Norte de la Baja California estaba constituido por tres poblados importantes: Ensenada, Tijuana y Mexicali, por orden de fundación. Al ir aumentando de población, cada uno de los poblados se caracterizó por cierto sector de actividad. Ensenada fue definida por la pesquera; Tijuana siempre se constituyó por las actividades terciarias, sobre todo turísticas; y Mexicali por las agrícolas. Por lo tanto, puede decirse que Tijuana tiene dicho estigma porque siempre se dedicó al sector terciario. Sin embargo, Mexicali, aunque se distinga por las actividades agrícolas, desde muy temprana edad se constituyeron cantinas y burdeles dentro de su calle principal, hasta que el algodón y los sistemas de riego se convirtieron en la actividad primordial.
No se puede dejar de lado lo que sucedía en el estado vecino del norte, California, Estados Unidos, debido a que lo acontecido en éste, influía en el lado mexicano de la frontera de manera irremediable. Acerca de esto, se menciona que las medidas de prohibición de alcohol que se establecieron en Estados Unidos se remiten al siglo XIX. A partir de la migración masiva hacia el oeste, llegaron familias de la religión luterana, la cual prohibía a sus miembros el consumo de alcohol y otras actividades consideradas inmorales. Al Valle Imperial llegaron estas familias en 1909, y por la cercanía con Mexicali en este pequeño poblado ya existían cantinas en las que se abastecían los visitantes por la escasez del licor en dicho valle. Sin embargo, en California la ley que proscribió el alcohol se implementó hasta 1913; lo que produjo que en la contraparte fronteriza mexicana aumentara el número de establecimientos donde se expendían bebidas embriagantes.
Aunque la Ley Volstead o mejor conocida como "ley seca", entró en vigor hasta 1920; en 1917 ya se había aprobado la enmienda XVIII, ésta prohibía la compra venta de licor en Estados Unidos. En este año ya existían alrededor de 33 estados que contaban con alguna ley prohibicionista. Estas medidas fortalecieron y aumentaron el contrabando de bebidas alcohólicas, así como de lugares clandestinos para los juegos de apuestas y la prostitución. De esta forma se logró la apertura de lugares en la frontera mexicana donde se conseguían los artículos prohibidos, lo que originó el flujo de visitantes estadounidenses en fines de semana o en días de asueto al Distrito Norte.
La prostitución fue una de las actividades que se desarrolló en este periodo como un servicio al público consumidor de licor, juegos de apuestas y mujeres. Por lo que la frontera se convirtió en escenario contestatario dentro de los grupos de poder económico y político. Por un lado, había familias y algunos funcionarios que se oponían al ejercicio de las dichas ocupaciones; y por el otro, estaba quienes se beneficiaban económicamente: las autoridades políticas y algunos empresarios, los primeros cobraban altos impuestos, y los segundos iniciaron grandes fortunas a costa de dichos establecimientos.

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