Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

miércoles, septiembre 08, 2004

bueno, pues ver a mi querido Isaac Nesta en la pantalla, es como un alivio ante la presión de las incesantes frases de: Ya termina la tesis. Espero terminar esta semana (aunque todas las semanas pienso y expreso lo mismo). Mi examen, si todo va bien, será en octubre. No niego, que sólo de imaginármelo, me da pánico escénico, pero como es el último trago amargo del periodo de maestría, entre más rápido pase, mucho mejor.

Pero no cambiando de tema, la foto de Isaac fue tomada con toda alevosía y ventaja, adelante de una serie de libros para que pareciera como de esos intelectuales que posan ante las cámaras en su cubículo con muchos libros que sólo tienen de adorno. Aunque Isaac lo único que podría hacer con ellos es metérselos a la boca, me hace gracia (pero mucha gracia) que no haya dejado trabajar a nadie en su breve estancia en el Archivo. Isaac ante todo, es un explorador. Sin embargo, su especialidad es escuchar y reproducir los ruidos extraños de artículos como teclados, cpu's, teléfonos y radio grabadoras. Cualquier ente raro sobre el piso puede ser pasado por sus manos y probado por su boca, para sentir su consistencia. Además de gustar por verificar el proceso de la ley de gravedad, al provocar el vuelo y caída estrepitosa de todo lo que encuentre enfrente de él.
En fin, ahora que aún es bebé, con sus ademanes, el que puede balbucear y la búsqueda de su mirada con la nuestra, son la expresión nítida de sobreentendimientos y manifestaciones de gusto y disgusto. Pero la poderosa arma que utiliza para conseguir sus objetivos, es su sonrisa.

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