Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

jueves, julio 07, 2005

Memín Pingüín, como yo lo conocí, aunque es Pinguín, es un negrito de historieta que aunque lo nieguen y digan que forma parte de la "cultura" mexicana, tiene una connotación racista y discriminatoria. Ya lo dicen algunos autores que todo lo que sea cultura, culturero o culturoso, no necesariamente deja de ser discriminatorio y racista. De ello hay muchos ejemplos, pero lo peor es la defensa que hacen las autoridades mexicanas al respecto. Signo de que este racismo al parecer subconsciente no se terminará por mucho tiempo.

El color, la figura y hasta el apellido se convierten en algo muy importante para la mayoría de las personas en México. Es por ello que las mujeres se pintan el cabello, sobre todo de güero, se sacan la ceja y se untan cremas para aclarar la piel, todo con el fin de "afinarse" y mostrar lo menos posible el antecedente tanto indígena como negro del que provenimos.

Así tenemos frases como "indita pero finita", "indiorante", "rotoplas" (por gordo y negro), "chúntaro", etcétera. De hecho, se convierte en algo cotidiano el que discriminen a las personas, pero no por ello es justificable o tolerable.

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