Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

lunes, octubre 04, 2004

El día 3 de octubre se conmemora la muerte de Cosme Damián, quien murió en manos de la fuerza policiaca de Tijuana, si no me equivoco, hace cuatro años. No lo conocí bien, sólo de vista y creo que su muerte quedará impune como la de muchos que han ofrendado su vida en pos de actividades denominadas de izquierda, en este caso, del zapatismo. Si bien para muchos el 2 de octubre es un día memorable, de luto, sólo es un pretexto para sentirse revolucionarios por un día al año, igualito que sucede con el día de las madres.

Cosme Damián no era un santo, ni un mártir, ni nada de eso. Simplemente, fue una persona que murió debido a su ideología y eso, es lo impermitible. Porque su ideología en este caso, fue la del zapatismo, la del "mandar obedeciendo", la de los grupos marginales de la sociedad mexicana y fue una víctima más de la impunidad. No hay que irse hasta Chiapas para darse cuenta de la vulnerabilidad que sufre quien tiene ideas contrarias a las impuestas por el H. Estado. De esta manera, rindo homenaje póstumo al Cosme.

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