Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

miércoles, marzo 04, 2009

Hace mucho tiempo (hace alrededor de 25 años más o menos), mi amá nos compraba libros sobre gramática o de temáticas raras, novelas o enciclopedias, guías, etc., con el fin de informarnos y de buscar tareas que nos dejaran en la escuela. Entre ellos, resalta uno que se llama Dichos, dicharachos y refranes mexicanos del autor José M. Pérez, de quien anteriormente en este blog ya había pasado algunos dichos.

Me llama la atención porque al final nuestra lengua está llena de dichos que se usaban con muchas décadas de antelación y no tenemos la más remota idea de dónde provienen. Sólo las usamos y ya. Por otro lado, también es interesante no sólo conocer el dicho, sino la interpretación que hace el autor, que al menos en el libro no sabemos exactamente en qué año fue escrito, ya que esta información es de la cuarta edición publicada en 1984. En este caso transcribiré algunos que empiezan con el verbo "abrir":

Abran cancha.
Esta expresión se suele emplear para que los mirones que se agolpan en determinadas situaciones, despejen el campo y permitan a quien corresponda cumplir con su cometido.

Ábranla que lleva bala y en la punta munición.
Exigencia de quien se siente cercado por la gente y está decidido a abrirse paso a como dé lugar.

Ábranse piojos, que a´i les va el peine.
De esta forma, retadora y altiva, se expresan aquellos que se creen muy muy, a la hora de exigir paso a los que tienen enfrente.

Ábranse que vengo herido, no los vaya a salpicar.
Grito de aviso, pidiendo paso, que lanza quien lleva a sus espaldas un gran peso, o el que porta recipientes repletos de líquidos, cuyo contacto o salpicadura pueden manchar o lesionar al ciudadano que se atraviesa en su camino.

Abre para todos tu boca, pero para pocos tu bolsa.
Los consejos poco cuestan y mucho sirven, por lo que resulta menos oneroso aconsejar y no prestar.

Abierto el cajón, hasta el más honrado es ladrón.
Por eso quien vigila los bienes propios o custodia los ajenos, deberá evitar los descuidos que propician los robos.



Sabemos que la palabra "ábranse" es para que se quiten los que están alrededor de algo y dejen pasar. Pérez lo retoma en diversos dichos que tienen diferentes contextos y sin dudarlo, distintas etapas históricas. Aunque ello es difícil dilucidarlo, un estudio de esta naturaleza ayudaría en analizar el proceso histórico de un concepto, que no es teórico ni académico, sino del habla popular y por lo tanto, parte de nuestra historia cultural. Quizá es más fácil conocer los que se usaban en el periodo revolucionario, aunque no precisamente nos indica que ahí se generaron, sino que vienen de tiempo atrás. De los dichos, hay algunos que se prestan a malinterpretaciones cuando la mente es demasiado ágil. Hay otros que con el tiempo cambian y degeneran en otro dicho bajo los parámetros de una época. Por otra parte, a veces el autor usa interpretaciones que a su vez deben ser explicados, por ejemplo, cuando dice que se creen "muy muy". Habrá que expresar a qué se refiere con ese término. En fin, cuando quiero sonreirme y desestresarme un poco, abro este libro porque hasta ahorita, nunca me ha defraudado en ese sentido.

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