Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

sábado, julio 17, 2004

Recuerdo que bastantes ejemplares de La familia Burrón fueron leídos en mi casa por varios años. A mi mamá le encantaba leerlos, yo  veía que se divertía y reía al hojear las páginas de las revistas. Este año cumplió 56 años de vida, creada por Gabriel Vargas, nació en los años cuarenta, al momento de grandes cambios en el México posrevolucionario y en el lento descenso de la economía mexicana que abriría paso a la crisis. En el momento cumbre de la industrialización, de la migración rural-urbana, pero que significó el aumento disparado de la población en la ciudad de México y por consiguiente, la competencia laboral. Pero sobre todo en un punto donde todavía las mujeres tenían que tener el permiso de los esposos para trabajar, lo que Borola, creada por un hombre, viene a representar la rebeldía femenina ante las situaciones que se presentaban en la vida diaria de la ciudad de México. Borola equipable a una especie de heroína mexicana poco conocida por las y los jóvenes de la actualidad.
Todo esto lo recordé al ver la imagen que salió en la Triple Jornada de julio y  un texto alusivo al tema de Amalia Rivera titulado: La pícara Borola y la vigencia de la insumisión. Pionera en la lucha por los derechos de las mujeres Antítesis de la esposa-madre abnegada.
No recuerdo algún tema en especial que haya sido tratado en la revista, lo que sí tengo en mente, es que se trataba de una mujer de temple, segura de sí misma, que buscaba salir de la situación económica precaria en la que se encontraba su familia y que siempre defendía a personas más desvalidas, sobre todo, mujeres. Al final de la historieta, siempre regresaba a su casa porque las cosas no salían bien, como ella lo hubiera querido, es decir, volvía a su realidad, equiparable, a la de muchos mexicanos.
 

 
P. D.  A mi mamá también le gustaban los Supermachos, pero de esa revista sí no me acuerdo, sólo que las hojeaba de chiquita, creo que ni leer sabía...
 
 

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