Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

lunes, mayo 24, 2004

El asma es de esas enfermedades enfadosas, que no te dejan vivir en paz, sientes que te ahogas y eternamente tienes que cargar con el sray Ventolin porque si no, se arrecia. Una de las cosas que tiene que pasar por la mente de todo individuo cuando padece una enfermedad crónica, es aceptarla. Aunque habemos personas que duramos años y años en resistencia. A los dieciséis años le dije adiós a las medicinas, los alergólogos, brujos y cuanto personaje con "curas milagrosas" y no tan milagrosas, aseguraban que lo diseminarían, al menos, lo controlarían. Ahí aprendí que la única persona que lo puede controlar es el enfermo mismo. Primero, viviendo y aceptando las limitaciones físicas que implica al momento de las crisis. Por lo demás, sólo descansar, relajar el cuerpo y esperar los días que pasen de la mencionada crisis. Si se agrava el asunto, hay que acudir al médico y tomar los menjurjes que te den y asumir los riesgos de los excesos. Para que en el año te den el menor número de crisis, lo mejor es hacer ejercicio de bajo impacto o tocar un instrumento musical de viento y sobre todo, mantenerse en forma y no engordar mucho porque a la hora de la crisis, la sensación de asfixia es más fuerte entre más sobrepeso exista. Ah, y tratar de no fumar...

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