Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

martes, mayo 11, 2004

Es la primera vez que asisto a un evento para las mamás de la primaria. Como mamá, claro. Yo recordaba en los que asistía como alumna e hija, ya fuera participando en los bailables o en declamaciones. Siempre he sido buena para declamar. Así fue desde segundo de primaria cuando participé con La mariposa ingrata. En verdad no recuerdo una sola palabra de la poesía, sólo el título. Así también fui el azote de los concursos. A los que asistía, los ganaba.
Cuando estuve en la secundaria no sólo declamaba poesía, recuerdo que una vez frente al gabinete del municipio donde viví varios años en Sonora, leí un discurso alusivo al natalicio de Benito Juárez. Como les gustó a los presentes, me empezaron a llamar para leer discursos. El mejor fue en el día del maestro de no recuerdo qué año. En cierto momento de alucinación y yo hablaba con la mayor elocuencia del afán y entrega de los profesores en las aulas, los profes empezaron a aplaudir en medio del discurso. Por cierto, esa vez me obligaron a expresar una frase oficial por parte del gobierno municipal. Por otro lado, también en ese tiempo en los eventos de los informes de gobierno del presidente municipal, me tocó leer en dos ocasiones los informes pero del año anterior como de relleno del espacio mientras se acomodaban en la sala antes de que entrara el presidente a rendir su informe.
En fin, ese tiempo pasó. Aunque me doy cuenta de que no era de eso de lo que quería escribir, sino del evento del día de las madrejitas en la escuela primaria a la que acudí hoy. Mañana será otro día.

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