Pero la realidad, como el dinosaurio del cuento de Monterroso,
está todavía allí: intacta, bueno, no precisamente intacta, rasguñada; esperando la develación.

Rosario Castellanos

martes, marzo 23, 2004

-Mamá ¿qué es gay?, asestó la niña como una puñalada en el estómago de la Márilyn.
La Márilyn se quedó seria. Era la primera vez que la Donají, su hija de 6 años, hacía esa pregunta. La Márilyn no estaba preparada para contestarla. De hecho, les dedicaba poco tiempo a sus hijos porque trabajaba duro en la fábrica y apenas se daba abasto para hacer el quehacer, la comida, lavar la ropa y todas las tareas de la casa que hacía sin chistar. Sólo las realizaba, no se preguntaba si ello era "inequitativo", como le habían expresado en un grupo de defensa de los derechos de las mujeres trabajadoras de la maquila. -Sí, pensaba ella, pinches viejas, igual hablan y hablan y llegando a la casa, a barrer se ha dicho, a servirle al marido.
Pero tenía que responder la pregunta de la Donají.
-¿dónde viste eso? preguntó ella
-en el canal 11 de la tele, en un video, dos hombres se besaban y se les veía la lengua.
La Márilyn se puso roja de la vergüenza. La respuesta fue corta:
-ah, pues hay hombres que les gustan los hombres.
La niña la volteó a ver con más interrogantes que satisfacción ante la respuesta escueta que dio su mamá. Se atrevió a decir:
-ah, entonces cuando se casan dos hombres quién es la mamá del niño, ¿el hombre? Entonces cuando juegue el niño dirá: mi mamá es ese señor...
La Márilyn se quedó pensativa y muy preocupada ante la falta de una respuesta convincente y el alcance de la Donají.
-No, afirmó, ellos no tienen hijos.
Donají era una niña muy inteligente, no se tragó el cuento, pero decidió no preguntar más, pensó que era inútil por el momento.

No hay comentarios.: